martes, enero 11, 2011

¿Tienes fuego, nene?

Estaban hablando como otro día cualquiera por mensajería instantánea, cuando de repente él sé quedó callado.

- ¿Qué piensas?
- Nada... que hoy en la empresa teníamos la comida de Navidad... organizamos una especie de picoteo en el que cada uno lleva algo y todo se comparte...
- Ah... ¡Qué bien!
- Sí, lo que pasa es que yo ayer ya había cogido las vacaciones porque me debían días... y entre eso y que hoy me he levantado griposo... pues no he ido...
- Vaya, lo siento...
- No, si no pasa nada... lo único es que había preparado una tortilla de las mías, de vegetales, que me lleva casi tres horas hacerla... y ahora tengo una tortilla enooorme en casa, que habrá que comer, claro...
- Bueno pues no es problema, se come y punto.
- Ya...

Se hizo un silencio largo.

- ¿Sabes que a mí me gusta muchísimo la tortilla? Yo creo que es de lo que más me gusta en esta vida... ¡¡¡Soy un poco torti!!! Jajaja ¿Pero no pienses, mal, eh?
- Ya, ya... que no piense mal dice... oye pues si quieres... te pasas y me pruebas la tortilla, a ver qué te parece.
- Bueno pero yo solo voy si la tortilla merece realmente la pena ¿Eh? Tiene que estar muy buena...
- Está muy buena, te lo digo yo...
- ¡¡¡Como no me guste te lo voy a decir!!! ¡Que no me corto un pelo!
- La he hecho varias veces y la verdad es que me gusta mucho cómo queda... ¡Y además es receta propia!
- ¿Receta propia? Bueno sí, un chico que cocina... ¡Eso tengo que verlo yo!
- De verdad que la he ideado yo... aunque di que todo está inventado, seguro que hay muchas iguales por el mundo alante.
- ¡Entonces la has copiado de por ahí!
- ¡Que noooooooooooo! ¡Que la he inventado yooooooooo!
- Pues si es receta propia habrá que probarla entonces... ¡¡Pero como no me gusteee...!!
- Te gustará, ya verás.
- Además así me conoces, que aún no nos hemos visto en persona...
- Me parece un buen plan ¿Te pasas luego y cenas aquí? ¿Sabes llegar hasta La Luz?
- Tengo dos compañeros que viven por ahí, así que ya les pregunto y que me digan, no puede haber mucha pérdida...
- Bueno, la calle es un poco complicada... si te pierdes me llamas, o si tengo que salir a darte indicaciones, quedamos donde me digas, ¡sin problema!
- No te preocupes, encontraré la forma de llegar... eso sí, espero que la tortilla esté... buena no... ¡Estupenda!
- Ya me dirás luego. Venga, que te sea leve la tarde de curro.

Aquella noche, cuando salió de trabajar hacía un tiempo de perros. Llovía a mares, había un viento infernal y mucho frío...

Tras perderse, encontrar la casa, saludarse fríamente y probar por fin la tan cacareada tortilla... comenzaron a hablar, como quien no quiere la cosa. Sin rumbo fijo y sin complejos. Sacando tema tras tema. Debatiendo. Riendo. Haciéndose pequeñas confesiones... la verdad es que tenían tanto en común...

Para ser la primera vez que se veían cara a cara, lo cierto es que la química fluía entre ellos a una velocidad de vértigo, como si se conocieran de toda la vida... su forma de ser, de pensar, de actuar, sus valores... salvo sus gustos musicales, todo encajaba en la partitura conformando una pieza sinfonica sin igual. Temas, palabras, notas, instrumentos. Si hubieran estado en un escenario, se hubieran llevado una ovación general. Pero no, sólo estaban en su casa...

De repente, ella miró el reloj y se asustó.

- ¡Ay, las dos! ¡Y mañana tengo que currar de mañana!
- Joer se nos ha pasado el tiempo volando... ¿A qué hora tienes que levantarte?
- Pues sobre las 7:30, entro a las 9:30, pero con lo que tardo en venir...
- Joer, lo siento, de verdad que no me había dado cuenta.
- Nada. Lo único que ahora entre que llego a casa y no apenas voy a dormir.
- ¿Oye y por qué no te quedas aquí? Te queda al lado y así puedes dormir dos horas más por la mañana...
- Pues la verdad es que no era mala idea...
- Te dejo yo algo para dormir, un pijama o una camiseta... lo único que te van a quedar grandes, claro...
- Vale. Por mí me iría ahora, porque si no mañana a ver quién se levanta...
- Venga pues nos acostamos ya, que es buena hora... espera que te busco algo.

Pasaron a la habitación. El muchacho rebuscó en el armario, y al momento se giró mostrando unos pantalones viejos de pijama.

- ¡No te rías!
- No, no me río ¿Por qué lo iba a hacer?
- Porque son... yo diría que no enseñables.

Ella rió con fuerza.

- No pasa nada, si es para dormir, cualquier cosa vale.
- Ya... ¿Quieres una camiseta?
- No, la que llevo puesta me vale.

Los dos miraron hacia la cama.

- ¿Bueno y tú en qué lado duermes?
- Pues me da igual... ¿Tú tienes un lado favorito?
- No...
- Yo suelo dormir a la derecha... o, bueno, depende...
- ¡De qué depende!
- De según cómo se mire... dela cama, del lugar... la verdad es que creo que casi siempre duermo en el lado izquierdo, pero no sé por qué en esta cama siempre duermo en
el derecho...
- Pues nada, duermo yo en el izquierdo, si total qué más da un lado que otro...

Se metieron en la cama. Una con su pantalón gigante y el otro con slip...

- Es que soy muy caluroso.
- Ya...
- ¿Tú tambien? Porque si no, vamos a tener serios problema esta noche...
- Suelo tener bastante calor tambien...
- Ah, bueno, entonces perfecto.

Se acomodaron en la cama, cada uno a su lado, pero sin apagar la luz. Intentando encontrar la postura idónea. Tras varias vueltas, se quedaron mirando el uno a la otra, dulcemente, apartando tímidamente la mirada para volver a fijarla al momento. La luz seguía encendida.

- ¡Ay!
- ¿Estás bien?
- Sí
- ¿La cama es cómoda?
- Sí, está bien.

Apartaron la mirada, y al rato volvieron a fijarla. A él le parecía una situación divertida. Sonrió y le tocó con el dedo índice la nariz. Ella respondió con un ligero rubor y manteniendo baja la mirada... cuando la subió, él aún la seguía mirando. Entonces se decidió. Le acarició la mejilla, y antes de despegar la mano de su rostro, le plantó un beso. Algo rápido, en los labios. Él se quedó un poco extrañado porque, aunque barajaba la posibilidad de que pasara esto, no era algo que diera por hecho.

Se separaron.

Pero al momento fue él el que la cogió por la mejilla y le dió un beso, esta vez más largo, y más intenso.

Se volvieron a separar, se miraron... y se abrazaron. Los dos estaban muy necesitados de cariño, tras ese ligero halo distante y esos fingidos muros impenetrables.

Al rato, ella se quitó la camiseta. No llevaba nada debajo. Se volvieron a abrazar...

- ¿Puedo apagar la luz?
- Sí.

Siguieron abrazados, el uno pegado al otro...

- Te tengo que decir algo, aunque te va a parecer muy ñoño...
- Dime.
- Estar los dos así abrazados, con los corazones uno justo encima del otro, latiendo al mismo compás, sincronizados... me parece tan romántico...

Ella no dijo nada, aunque para sus adentros pensó: "¡Qué bobó!"

Al rato estiró el brazo y apagó la lámpara. Iba a ser una noche intensa.

Pero aquellos momentos felices, pronto cambiarían de signo...

1 comentario:

V dijo...

Uuuf...
Seguirá si tiene que seguir. Pon de tu parte, eso sí :)