viernes, mayo 18, 2012

"Te debo una cantidad de bombones..."

"Estoy realmente hundida". Ese había sido su único mensaje en los últimos diez días. Mario poco podía hacer para salvarla, porque apenas tenía fuerzas para salir él mismo a flote con su vida y todo lo que le rodeaba en ese momento... pero tampoco podía dejarla caer así como así. Juntos formaban un grupo, en un especie de asociación íntima y secreta. Se habían jurado salir de aquella juntos, ya hace meses, y Mario, aún a sabiendas de que gastar su poca energía no podría más que perjudicarle, reunió fuerzas de donde pudo, y se dirigió a su casa a salvarla. Llamó al timbre. Nadie contestaba. Raro, porque ya empezaba a anochecer y ella no solía salir de casa. Volvió a insistir, nada, y otra vez, y nada tampoco. Se alejó hasta la acera de enfrente para comprobar que, efectivamente, había luz en su salón. No se rindió. Volvió a llamar, sin respuesta. Entonces cogió el móvil y la llamó, tendría que cogérselo... pero no. Estaba realmente mal, tan mal que no le apetecía ni hablar con su "socio". Decició entonces jugar al chantaje. "Tengo crema de chocolate, y barras de chocolate con galleta de las que tanto te gustan... he traido 10... esperaré sentado en el portal a que bajes... por cada 5 minutos que pasen, me comeré un barra..." El mensaje no tuvo respuesta inmediata, y allí se quedó Mario, sentado en las escaleras del número "3", comiendo barras de chocolate. Los vecinos entraban y salían del portal, y la gente pasaba por la calle y le veían allí sentado, como un indigente, con su bolsa de supermercado ultrabarato al resguardo de una entrada ajena... no le importaba. Esperó, y esperó.
Entre mientras ya había anochecido. La gente no paraba de andar, recogiéndose en sus casas, quizás tras un largo día de trabajo.
Pasó un coche de policía que no le dijo nada.
Y espero, y esperó...
De allí no se iba a mover, sabía que el remordimiento la acabaría movilizando
Siguió esperando, sentado en el portal.
Hora y media después, se abrió la puerta. Apareció ella un tanto acalorada...
- Pensaba que tendría que buscarte por el barrio, no pensé que fueras a quedarte en el portal....
- Me subestimas...
- ¿Te parece que demos una vuelta? Ya que pensaba que tendría que andar...
- Sin problem, te vendrá bien tomar un poco de aire...

Él notaba su agobio, ya que llevaba tres semanas sin apenas salir de casa... y tras la conversación inicial en la que él le contó intrascendencias sobre la última semana... ella no tardó ni cinco minutos en empezar a despotricar... y en romper a llorar. Estaba harta de otro compañero de trabajo, que según ella no paraba de aprovecharse de su hospitalidad y su amistad... hasta el punto que en el último viaje de negocios había intentado meterse en su cama (en la de ella), a pesar de que él tenía novia...
Pero eso no era lo más grave. Se desplomó delante de él al contarle que esa semana justo se había muerto un amigo suyo de toda la vida... y que al principio no le habían dicho nada... pero que luego se enteró de que se había suicidado. No podía soportarlo, y se sentía culpable, porque hace un mes el chaval quiso quedar con ella... y ella le dió largas porque estaba con "el imbécil" del compañero, en viaje de trabajo... y "el imbécil" estaba todo el día encima de ella... no quiso quedar con él por no ir con el "apósito" encima...
Aquel intento de quedar fue la última noticia que tuvo de él...
Mario la abrazó fuerte como sólo él sabía abrazar... realmente estaba destrozada, y se sentía sola, muy sola. Le necesitaba, al menos, parte de la poca energía que él aún atesoraba...
Con la conversación fueron caminando, hacia la playa, por el puerto. Ella fue descargando, y él conciliando y relajando, sabía que necesitaba echar todo fuera.
A la vuelta se despidieron con dos fuertes abrazos. Seguía muy negativa, pero por lo menos ya no estaba tan destrozada y no daba su vida y todo por perdido...

Ella al día siguiente volvió al trabajo.

Mario, agotado por todo y por todos, al día siguiente cogió dos semanas de baja... que sólo eran el principio del fin. Había agotado toda la poca energía que le quedaba... y realmente no sabía cómo podría salir de aquella.

Aún a día de hoy, Mario sigue preguntándose si todo aquello fue para bien... y si no habría sido mejor dejar caer a alguien, pero salvarse él mismo...

Uno de sus mejores amigos, psicólogo, siempre le dejaba claro "no puedes salvar a todo el mundo... tienes que salvarte a ti"

Mario no sabía aplicarse la lección... y así le iba en todo... y en la vida...

Esta historia acabó... pero al contrario que en el final del cuento, no todos fueron felices ni comieron perdices.

FIN

6 comentarios:

V dijo...

Egoísta como suena, sí, tal vez lo mejor sea de vez en cuando ponerse como prioridad... Aunque sea por salud mental. Y una vez que te recuperes y que te sientas fuerte otra vez, puedes volver a echar una mano a quien lo necesite. Dicho esto, no te arrepientas de haber estado allí. Jamás.

Anónimo dijo...

La fuerza, como el cariño, crece al compartirla, no te equivoques..

V dijo...

If you give love, it all comes back to you (de acuerdo). Pero la fuerza depende de muchos factores y fluctúa.

V dijo...

Ahora bien, el apoyo moral/emocional siempre debe ofrecerse. Supongo que lo difícil a veces es encontrar el equilibrio entre hacer saber a la otra persona que cuenta contigo, y obsesionarte con los problemas ajenos. En el centro está la virtud. Y dejo la columna de autoayuda que me cierran el súper :)

sunayani dijo...

http://www.youtube.com/watch?v=QfhEKpFiepM&ob=av2e
Cada uno da lo que recibe, y luego recibe lo que da...

Ert dijo...

V, dentro de mes y medio ya te diré si me arrepiento o no... por el momento, las papeletas van un "sí"... he pasado de hacer más o menos cosas y de estar en una actiud más o menos trabajadora, a no hacer absolutamente nada... como tenga que seguir otros dos años más aquí por culpa de esto y por todos los marrones en los que nos han envuelto... me arrepentiré, qué duda cabe.

Serpiente, la fuerza como el cariño crece al compartirla... efectivamente, al sumar la de dos, siempre será mayor... el problema viene cuando la fuerza (o el cariño) de uno sólo se divide entre dos, porque la otra parte contratante no tiene o no puede dar nada... entonces disminuye, inevitablemente... y eso si se divide!!! si el traspaso es mayor del 50%, y ya de por sí había poca fuerza... mal vamos...

Grachiemile Ayaní soleada por la chanson...