sábado, mayo 08, 2010

Un rayo de sol... en mi corazón

Esta mañana me ha despertado un haz de luz proveniente de Triple Alpha Centauri. Me ha sorprendido gratamente, pues los haces de luz dirigidos no son algo habitual en el espacio intergaláctico.



Varios planetas y lunas han debido de interponerse entre el sistema estelar y nuestra nave, focalizando la luz justo en la dirección de mi ventana. De por qué tengo el privilegio de viajar en un camarote con ventana, hablaré en otro momento. El caso es que mi despertar de hoy fue cálido, y me hizo recordar las mañanas de verano en mi residencia terrestre, aquellas en las que podía calentar una taza de leche mientras disfrutaba de los primeros rayos de sol, entrando alegres en la cocina a través de los visillos que un día cosió mi madre.

Aún acostado, decidí que aquel momento debía de celebrarlo de alguna forma. Restregándome los ojos, me levanté. Mientras me estiraba y no del todo consciente, busqué una cápsula sabor "leche" de entre el batiburrillo de cápsulas que tengo en un armario encima del mini-lavabo (sí, tengo un camarote con mini-ventana y mini-lavabo). Luego me agaché, saqué una caja que tengo guardada debajo de la cama, y busqué dentro una tira de pastillas sabor "yayitas". Estas pastillas habían sido un regalo pre-viaje con la condición de que hiciera un buen uso de ellas. Y éste era un gran momento, ¡Sin duda!

Llené medio vaso con agua purificada y respiré hondo. Con Alpha Centauri a lo lejos iluminando mi receptáculo, me senté en la cama, introduje en mi boca la cápsula láctea y bebí un trago. No me supo igual que la leche recién ordeñada de las vacas de mi abuelo, aquella que tomaba cuando era pequeño, pero casi. Disfruté del momento.

A continuación, y justo antes de que se desvaneciera el sabor lácteo, introduje la pastilla "yayitas" y di otro trago. No pude evitar cerrar los ojos: era mi mejor desayuno en meses. Recordé a toda la gente que relacionaba con el placer que me producía aquel sabor, y me emocioné. En este lugar frío, técnico y a veces despiadado, uno puede llegar a pensar que ha perdido la capacidad de sentir. No es mi caso.

Hoy no he tenido un día especialmente productivo en la nave. No sé qué me pasa últimamente. Pero antes de acostarme, quiero retomar el momento que dejé incompleto tras el desayuno, aunque me cueste dos o tres horas de sueño. Aquí estoy, con la "caja de debajo de la cama" entre mis piernas, dispuesto a recordar momentos y personas. En definitiva, a encontrar el sustituto imaginario del calor humano.

2 comentarios:

Barbarella dijo...

Espero que entre sorbo y sorbo recordaras las galletas con miel de arce que algune vez he horneado para ti.

¡Paz!

Ert dijo...

Tus galletas están y siempre estarán presentes en mis pensamientos... ¡Imposible olvidar su dulce sabor a miel arce!